
LOS ARTISTAS
Los artistas son como niños: hay que sacarlos de paseo, cuidarlos, no dejarlos solos ni a sol ni a sombra. Cada día compruebo que el mito del artista introvertido y solitario no es más que una falacia. Acostumbrados a su manager o productor o lo que sea, no conciben la vida sin esta figura materna permanentemente a su lado. Eso de que los artistas salvaguardan mejor el niño que fueron es bien cierto. Currar con artistas o ser amigo de artistas es un coñazo en el fondo porque no puedes escapar al rol maternal y protector y a la larga, aburre.
"Vanidad de vanidades, todo es vanidad...No hay nada nuevo bajo el sol...No hay memoria de lo que precedió, ni de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después", señala con sabia melancolía el Eclesiastés. Si le haces la pelota a un artista o no paras de darle vueltas a su obra, ya lo tienes ganado (aunque sospecho que esta máxima se puede aplicar con tranquilidad a todos nosotros, pero a los artistas, más). El hecho de poder reflejar su personalidad en su trabajo o creación deja ya bien claro la importancia del yo. ¡Ay, donde quedará la humildad de los tristes funcionarios del traje gris!
Entiendo que el arte es la sublimación de la expresión humana; un impulso mítico, mágico o incluso religioso, el momento en el que estamos más cerca del Dios en el que no creo. Desgraciadamente, la obra supera al artista, el hijo devora al padre, la creación dura más y es más lúcida que el autor. Por eso me quedo con el arte y a los artistas que los aguante la madre que los parió.
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