Thursday, September 28, 2006




El título del blog es toda una paradoja porque no hay cielo sobre Beijing. Entre el cielo y nosotros se instala la niebla perenne, o el humo sucio del carbón, las nubes rojas de la tormenta de arena y bruma que desciende hasta el asfalto. No hay luz en la ciudad, sino unos grumos neblinosos que desprenden su propio olor de cuerpo exhausto y sabor ácido.

Durante el mes de septiembre el cielo recuperó el azul, el color de los coches brillaba bajo el polvo y nos quedamos deslumbrados porque el aire dejó de verse. Pero septiembre es un mes ficticio, un recordatoria de lo que era una ciudad razonable. El smog ha vuelto y Beijing deja de tener problemas de identidad.

A los mandos del dreamweaver, Atobis, y al control de la cámara, Jaime.