Friday, May 11, 2007



XINJIANG NO ES CHINA

La región más occidental china, limítrofe con las repúblicas que terminan en tan, atravesada norte y sur por la antigua Ruta de la Seda, y con nombres tan sonoros como Kashgar, carretera del Karakorum o Turpan no es China. Sus habitantes hablan el uigur, son de raza turcomana, profesan el islamismo, y su cultura sigue anclada en una especie de colorista Edad Media: herreros, zapateros, costureros, carpinteros pueblan el barrio viejo de las ciudades humeantes por los pinchitos asados de cordero. Por no hablar de las minorías kazakas, kirguizes: pueblos pastores que pelean contra las condiciones climáticas al pie de montañas impasibles.
A sus habitantes les sobresale la nariz, sonríen abiertamente y gastan boina de pueblo. Los hombres miran con insistencia y sorpresa a las mujeres con el cabello descubierto, como si vieran a Dios.
"Xinjiang es la madre que alimenta al niño", reflexiona Abliz en referencia al petróleo y al gas que fluyen de esta tierra árida y desértica al resto de China.
Xinjiang (el Turquestán por ellos aclamado) es la belleza de parajes vírgenes y desafiantes; también es el desierto donde los chinos realizaron sus pruebas nucleares.
Xinjiang son hordas de niños (en el resto de China son rara avis tratados como pequeños príncipes) que levantan el polvo de las calles y gritan al viento.
Xinjiang son viejas casas de té de madera y arcos de medio punto.
Xinjiang no es China, sí su petróleo.