
THE FINAL COUNTDOWN
Bailé moviendo la cabeza hacia delante y hacia atrás con Bon Jovi y Guns N Roses, y me gustaban mucho, que es lo peor de todo.
Beijing también agita la cabellera heavy ante la llegada de los Juegos Olímpicos. En cuestión de un mes los precios han subido un 20 por ciento, así, por espíritu olímpico. Por no mentar el precio del cerdo, más agridulce que nunca, que ha experimentado un aumento del 45 por ciento.
La inflación cabalga loca, sin dejarse domeñar por las subidas de tipos de interés ni de las reservas bancarias y algunos soldaditos ya se han estado levantando por varias provincias por las miserables pagas que reciben una vez dejan el Ejército.
Beijing está siendo sometida a una enorme operación de cirugía estética: avenidas con setos perfectamente recortados, edificios modernísimos (la sede de la CCTV de Kolhas), ampliación del aeropuerto por Foster. Y sobre todo, más feo incluso que la construcción comunista de los cincuenta, es su cielo. Así que han decidido fumigarlo. El yoduro de plata absorve la humedad y nos regala un sol impenitente y artificial, seguido de fortísimas tormentas. Ahora recuerdo aquellos días grises y neblinosos con la nostalgia de lo que fue auténtico en este gran teatro del mundo.